lunes, 27 de agosto de 2012

Un ‘’Su concierto’’ políglota

By: Lic. Aimée Rosa
Era un martes de enero en el que hojeando este, mi Boletín salesiano, me veo inmersa en un accidente bendito, al percatarme del Congreso de Exalumnas y Exalumnos Salesianos en ocasión del Centenario de Don Bosco, a celebrarse  en Turín, Italia, para finales del mes de abril. Fue justo en ese momento donde me di cuenta de que el 2012 se escribiría con pluma extranjera y que como todo en la vida de un cristiano activo, no existía hoja que de mi árbol de vida se moviera, si así no lo dispondría mi  exquisito Jesús.
Me encontraba yo ante la cátedra de un profesional de la Metodología de Investigación del máster que curso, pero con el flechazo que sentí cuando divisé el anuncio del viaje por Europa para tal Congreso, me volteé sin mucho disimulo hacia mi compañero de post-grado, ese mismo que ven ustedes como editor de esta joya impresa (de apellido Abreu), quien con rostro de placer me veía ya allá, en escenario occidental, visitando el Museo de Mamá Margarita, la Basílica de Don Bosco, tomando fotos de cada rincón que ‘’Juanito Bosco’’ descubrió y compartiendo flashes junto al Rector Mayor.
La travesía comenzó a hacer alardes de su nombre desde ese mismo instante; la delegación de jóvenes dominicanos ya estaba formada desde finales de noviembre, y en ella, ninguna joven con iniciales de mi nombre se encontraba, por lo que, para Dios, yo hacía falta y ese asiento de Iberia tenía rasgos tropi-caribeños (es decir, míos), por lo que todos los ángeles confabularon a mi favor. Si mi agenda siempre ha estado llena, ahora era que le venía el verdadero ‘’mambo violento’’. Realizar los trámites de visado italiano, acoplarme a un grupo de jóvenes ya encajados entre sí, cuentas bancarias por organizar, recaudaciones de efectivo por llevar a cabo, puertas de poder por tocar, búsqueda de apoyo por ejecutar, permisos laborales por pedir y todo un arsenal de reuniones por consensuar, era solo un sorbo de lo que significó llegar a Italia y saborear una experiencia sin precedentes, hoy bautizada como el mejor de los regalos que pude recibir en víspera de mis 24 años de vida.
Más discusiones no pudieron haber para llegar a un acuerdo tan simple como el color del t-shirt que nos distinguiría como país; tampoco faltaron debates para escoger la hora de vuelo, línea aérea y precio; ni hablar del orificio con el que aún perduran nuestros bolsillos, la ruptura forzosa que se le tuvo que hacer al cerdito del ahorro y las deudas que a nombre nuestro aun perseveran. Mas, si bien ello era necesario para degustar lo que a 8 horas de nuestra tierra natal íbamos a vivir, me arriesgo a agotar al cubo tal proceso, con tal de ser parte de ese proyecto una vez más.
Cuatro días fueron suficientes para conocer desde la cama de Don Bosco, su jardín, sus calcetines, comer lo que él comía, respirar el aire  y clima propicio de sus orígenes, codearse con quienes alrededor del mundo llevan sus insignias, compartir otros idiomas, participar del vino con el que los suyos celebran, tener la oportunidad de ver y tocar lo que en los vitrales de parroquias como Sagrado Corazón de Jesús, San Juan Bosco y María Auxiliadora se proyecta (los que han ido lo saben y lo han visto en esas iglesias salesianas de Santo Domingo ),  fotografiar las reliquias de Madre Mazarello y Domingo Savio y que unos pies dominicanos juveniles hayan pisado la Basílica que San Juan Bosco construyó a la Virgen, me convenció de que somos de una isla bendita rica de salesianos que donde quiera que llegan, salen del montón. 
Compartir  desayuno, almuerzo y cena con nuestro Delegado Mundial, dominicano –Padre José Pastor Ramírez-, era como estar en casa. Con Delegados desde Eslovenia hasta República del Congo y de Ecuador hasta La India, era casi imposible pasar desapercibidos, pues el único merengue era el nuestro y los golpes de cadera con clima veraniego escaseaban, por lo que entre Juan Luis Guerra, ‘’Teke Teke’’ y ‘’Compadre Pedro Juan’’,  ‘’los jóvenes de Dominicana’’ eran aclamados con frecuencia todos los días.
Pedir consideraciones de precio y ayuda económica para 10 de los hoy jóvenes recién llegados, nunca me había dado tanta satisfacción y es que volver a casa con las redes sociales personales tupidas de amigos hasta de Malta –ubícalo en el mapa o googléalo si no sabes- y con fotos hasta de grafittis, para Aimée Rosa, no tiene comparación. ¡No hay verifone que tolere el precio que valdría esta experiencia! …. O bueno, sí, tiene un precio, y es justo el de dar testimonio con una sonrisa eterna dibujada en labios, viva de recuerdos, pura de orgullo. A lo que me pregunto: si todo esto fue por ser Salesiana o haberme educado en una de los tantas vertientes de su recinto –oratorio, centro juvenil, colegio, politécnico, seminario, etc.-, ¿cómo es que existen salesianos por las aceras sin confesar a viva voz su fe?, ¿estás tú consciente de la creencia que profesas?, ¿te sientes orgulloso y capaz de testimoniar con respecto a ella no importa el lugar o personas con las que te encuentres?, ¿cómo es que existen homólogos nuestros que esconden su identidad? Definitivamente, escuchar en primera fila la forma en la que un mismo himno –‘’Su concierto’’- se interpretaba en más de cinco lenguas, me fue suficiente para prometerme poner a mis hijos en un centro salesiano. ¡Ojalá algún día puedas tú prometerte lo mismo!
A este grupito, Italia le quedó chiquita, por esto y más, ¡‘’salesiana desde chiquitica’’!

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